28 diciembre 2010

¡Feliz Navidad, Princesa!

Los copos blanquecinos, vírgenes, provenientes de aquella grisácea tarde de Diciembre, enmarcaban tu sonrisa como ninguna cosa en el mundo pudiera hacerlo.
Las palabras dulces se escapaban de entre tus labios con una rebeldía que no era normal en ellas. Sentí que te sonrojabas por lo que intenté posar mi mano en tu rostro, pero tu perezosa barba de pocos días me ronroneó la mano y la única que mudó de color en las mejillas fui yo. Sin embargo, no me apartaste de tu lado ni un momento: permitiste que mi delicado miembro recibiera el calor que tu mismo eras capaz de emanar. Y me hiciste tan dichosa que comencé a reír.

 Te sentiste embargado por este sentimiento y por aquel alma infantil que tan bien me habías anticipado que viajaba siempre contigo; me regalaste un baile bajo la copiosa nieve y un besito en la frente tras tirarme en el esponjoso y, en aquel momento, pálido suelo. Las risas sumaron caricias y después el sentimiento latente en nuestros pechos, a un mismo ritmo, que recordaré siempre como la banda sonora de mi vida. 

Aquella tarde. A pesar del aire que se colaba en nuestros huesos, negaste mi oferta de tomar chocolate caliente en un lugar resguardado. ¿Por qué?, pregunté yo, cual ilusa. Tu respuesta me llego en forma de sonrisa. Me miraste a los ojos y me regalaste aquello que llevaba deseando desde hacía tanto tiempo: un beso tan dulce y a la vez tan prohibido. Indecente e inofensivo. Perfecto.

De repente, las campanadas se escucharon de fondo y sentí que la magia se difuminaba poco a poco en el camino de mi vida. Tu aliento, que salía transformado en vapor de entre tus cortados labios, se dirigió a mi oreja y me hizo unas leves cosquillas que me arrancaron aquello que te gustaba tanto robarme. 
"¡Feliz Navidad, Princesa!"
Y yo, sólo fui capaz de abrazarte y llorar como una idiota, aferrada a tu raída chaqueta que olía a tabaco y menta. Y me resguardaste entre tus brazos como si fuera la cosa más delicada del mundo. 
Y ese sentimiento brilló dentro de mí: un te quiero tan claro que me dio hasta miedo expresarlo.

7 comentarios:

  1. señorita ana ,al leer esto me da de sentir muchos sentimientos ademas de uno,se que es de mucho amor, pero al leer los ultimos fragmentos me confunde como pasa de amor a una tristeza absoluta, eso me encanta y le da mas vida al texto gracias por de leitarnos con tus textos (:

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  2. Suena todo tan... perfecto (L) Me encanta.
    ¡Sigue escribiendo durante mucho más tiempo!

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  3. Al fin y al cabo, ¿qué se podría haber hecho, más que abrazarlo y llorar? No creo que hubiera otra cosa mejor. Bueno, a lo mejor sonreír como una idiota (si es que hay alguna forma idiota de sonreír).

    Saludos subterráneos.

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  4. Madre mía, eres... impresionante, ¿ya sabes que yo soy tu fan número uno no?
    Me tendrás que enviar cada libro que escribas.(Se que lo harás)
    Es un trozo precioso, y mágico, como todo lo que escribes.
    Continúa en cuanto la imaginación te embargue!!

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  5. Abrazarle fue lo mejor que pudo hacer.

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  6. ¡Pero qué bonito! Me ha encantado la parte final en la que suenan las campanadas y él le susurra al oído un Feliz Navidad princesa (: ¡Muy romántico! Un beso (:

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